Casandra, hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya con el don de la profecía y con una traducción literal de su nombre como “hermana de los hombres”, o, incluso, “la que enreda a los hombres”, nos podría hacer de hilo conductor de este pequeño libro. Tal vez de ahí el titulo.
A través de cuatro sencillas cartas – a priori- el autor nos va desvelando como profecías su interés -o tal vez despierte el nuestro- por temas relacionados con el mirar y el decir. También lo deja claro en su título.
Quedan muy bien indicadas las cuatro charlas –Acrobate à la boule, Eneas en Canaveses, Lo que no he leído y Nubes, ángeles, ciudades– a modo de grito de Casandra al final de la obra “Agamenón” donde, como bien indica el autor, “la espera de la palabra es llevada a su máxima intensidad…convertida en protagonista de la acción”. Como es el caso, en este libro.[1]
Pero no son cuatro compartimentos estancos. Se van entrelazando unos con otros creando una unidad en si misma. Un único grito que se va desmenuzando conforme vamos leyendo y releyendo, resonándonos algunos de sus párrafos como algo ya escuchado, leído y reteniéndonos en otros por la novedad de sus palabras. Que no dejan indiferentes, que nos hacen pensar; posicionarnos de alguna manera. Se lee rápido, pero necesita una digestión lenta. Un releer de nuevo, un subrayar…un volver a leer para entender, comprender lo que el autor nos va descubriendo.
Así nos plantea relaciones entre la palabra y la mirada y la duda sobre si lo que vemos es falso. ¿Qué hace quien mira una obra y habla de ellas? ¿Las palabras tienen como propósito el hacer mirar y ver con mas atención?
La reflexión que trae nunca va exenta de imágenes. Recorremos de la mano de Durero, de Picasso, Le Corbusier, Álvaro Siza, Roberto Rossellini, John Hejduk… ideas que plasma el autor en sus textos como llamadas de atención.
Es como hacernos ver en las nubes del cielo, elementos reconocibles. Del mismo modo Josep Quetglas nos hace reflexionar a partir de circunstancias, de obras, de elementos reconocibles para ahondar en situaciones que puede no nos hallamos planteado o no las hayamos trabajado desde ese punto de vista.
Así podemos hablar sobre el mirar en la primera carta, pero damos un paso mas y miramos con memoria a través de las obras de Siza o de Le Corbusier en la segunda de estas; hablando sobre el tiempo, la forma y sobre la gravedad y la ligereza de la arquitectura trazando un mapa de elementos que nos llevan a ver esta y la expresión escrita de la misma de otra manera. Trabajar elementos arquitectónicos como la horizontalidad, la verticalidad, la simetría como modo de expresar la gravidez o ligereza de una obra.
Como si nos estuviera descubriendo la forma de las nubes, aunque nos haga dudar de la existencia primigenia de estas. “…el arte de reconocer nubosidad en lo que está quieto”. Y nos transmita que las palabras tienen la misma “movilidad vaporosa” que tienen las nubes.
O la ligereza que pueden llegar a tener los muros de una obra arquitectónica frente a la pesadez de la luz que la inunda.
De este modo podemos entender gravedad y ligereza en obras a priori tan dispares como la capilla de Ronchamp de LC, o el Pabellón de Portugal y la iglesia del mismo autor- Álvaro Siza- en Marco de Canaveses. O intentar comprender con ayuda de las pirámides -elementos estáticos estables por excelencia- que la arquitectura “no es construcción, es la capacidad de ver la transformación en lo construido”
O podemos reconocer en las obras de arquitectura, en las palabras-o en sus criticas- de los arquitectos, nubes. Ya que estas tienen la misma movilidad de estas: se mueven, se transforman con el tiempo…y podemos entenderlas cada uno a nuestra manera como cuando observamos una nube y reconocemos de diferente manera la silueta que percibimos.
Y después de toda esta disertación nos encontramos con una carta “en contra de la critica y de los críticos de arquitectura” donde se nos plantea la duda, la cuestión de la necesidad de estas criticas ya que estas pueden ser un análisis donde lo analizado se muestre a través de los “valores, intenciones e instrumentos” de la persona que nos lo analiza. Es decir, puede llegar a tener mas relevancia la propia critica de lo analizado que el objeto del análisis o, incluso, hacernos ver, entender lo analizado a través de sus necesidades e intereses…
Con este planteamiento uno puede llegar a dudar de todo lo leído anteriormente. ¿No son estas cartas entonces una critica del autor a través de su mirada de la arquitectura?
Colocada esta carta en una posición estratégica, como tercera de este grupo de cuatro y tras dos primeras en las que nos hace entender la arquitectura expresada desde un punto de vista particular y justo antes del colofón del libro con la cuarta carta.
Pero no nos asustemos que al final de esta tercera carta nos hace entender que la critica de arquitectura es necesaria. La necesidad de critica como manera de mejorar la producción, el modo de proyectar en arquitectura dejando claro que “un juicio es un análisis donde el objeto analizado queda considerado desde los valores, intenciones e instrumentos que son propios del analista”.
Eso si, pero de un modo sencillo y claro para no interferir en lo importante de la critica: la arquitectura en este caso. Como indica él mismo, “el discurso saca molde de la arquitectura” y complicarlo con lenguajes abstractos, jergas especificas…” impondría su veteado y nervadura al vaciado que trata de obtener”.
Libro recomendable. Con papel y lápiz. De lectura, relectura. De manera ordenada o, porque no, desordenada. Al azar. Con la necesidad de ir mezclando las cartas tras una primera lectura de corrido. Casi como un juego en el que nosotros mismos nos liamos entre los escritos para darle cada uno, y a nuestra manera, sentido al conjunto del libro.
Como si Casandra nos enviara su profecía y nosotros, haciendo honor a su acepción menos usada -o literal- de su significado-, nos entretuviéramos enredando y tratando de encontrar la nube que sus palabras describen.
[1] Lo que no sabemos es, si el grito transformado en palabras de este libro guarda alguna proporción, aurea o no, dentro de la estructura de este, como el grito dentro de los versos de la obra y en relación con esta. (curiosidad que aparece en el libro).
Javier Álvarez Atares | Designing the Future en colaboración con Ediciones Asimétricas