
Ampliado
Henry Beck no era un diseñador gráfico, sino un ingeniero eléctrico cuyo trabajo para el metro de Londres era dibujar esquemas eléctricos. Inspirado por ellos creó un plano que revolucionaría no solo la manera de representar las líneas del Underground, sino las de prácticamente todos los demás sistemas de transporte del mundo, convirtiéndose en un estándar.
Este contenido es complementario con la revista en papel de Desgining the Future #15.
Los sistemas de transporte público son un gran reto para un diseñador: es necesario representar gran cantidad de información como el trazado de las líneas líneas, las estaciones y sus nombres, elementos de accesibilidad, etc; hacerlo en un espacio reducido como es un plano de bolsillo; y a la vez resultar entendible por la mayoría de la población. La innovación de Beck fue suprimir una de las variables que más condicionaba el diseño: la representación geográfica. Algo que parecía una locura tratándose de un mapa, pero que tenía todo el sentido: al usuario no le preocupa tanto la distancia real entre estaciones o si una está realmente al norte de la otra en vez del al noroeste. Lo que le importa es la relación entre ellas.
Primer boceto del diagrama para el plano del metro de Londres, 1931. Fuente: exposición ‘Transutopías. Movilidad. Movimiento. Movilización’ en Centro Centro (Madrid)
Hacer entendible un pequeño caos es precisamente lo que quería conseguir cuando me propuse dibujar un plano de las carreteras madrileñas. Como conductor novato, sentía una gran desorientación cuando me movía en coche por Madrid: nunca sabía con certeza en qué carretera estaba, ni era capaz de entender las conexiones entre ellas o hacerme una idea general de su trazado por Madrid. Y los mapas de carreteras convencionales no ayudan: suelen estar todas representadas de los mismos colores y primando la exactitud geográfica por delante de la claridad. Es decir, el mismo problema que tenían los mapas de metro en 1933.
Los hallazgos visuales desarrollados por Beck y otros tantos diseñadores para los sistemas de transporte público (planos, señalización de estaciones, representación de rutas…) han hecho que las soluciones empleadas para recoger tal complejidad se hayan convertido en comodines que aplicar a muchísimas otras representaciones gráficas. Así, las tiendas IKEA y algunos hospitales estadounidenses aplican esquemas «de termómetro» para guiar a sus usuarios, las infografías hacen uso de la visual de los planos de metro de Beck, y se aplica hasta la simplificación de las calzadas romanas. El grafismo ‘de estilo metro’ se ha estandarizado.
Señalización en el interior de una tienda Ikea
Por eso decidí recurrir a la representación de estilo Metro para mi mapa de carreteras. Compartí mi primer boceto en mi cuenta de Twitter (@gamusino) y me abrí a aportaciones. Nunca pensé que llegarían tantas: cientos de personas se volcaron ofreciéndome ideas de representación o agradeciéndome la iniciativa.
Experto en branding.
El diseño del mapa de carreteras madrileñas es un guiño al plano de metro más cercano para mí: el de Madrid. Se basa en los colores establecidos tras el rediseño de su identidad visual en 1981 por Arcadi Moradell. Las carreteras nacionales radiales toman su color de la línea de metro con la que coinciden en número (la A-1 es azul, la A-2 es roja, la A-3 es amarilla…). La M-30 es gris, ya que es circular como la línea 6 (y hace un recorrido bastante similar). Por su parte, otros detalles beben del plano diseñado por el estudio de Juan de la Mata a principios de los 2000 (uno de los mejores trabajos del metro madrileño), como los símbolos de transbordo o la representación de las carreteras de peaje invirtiendo los colores respecto a su alternativa gratuita, al estilo de las líneas de “metro ligero”.
Gracias a la participación de los tuiteros, y varios amigos especializados en carreteras madrileñas que constituyeron mi “comité de sabios”, el diseño fue mejorando día a día. Un par de semanas después lo di por terminado y lo ofrecí gratuitamente en alta resolución a todo aquel que lo quisiera descargar, además de subirlo a una web desde la que cualquiera puede encargar una lámina, camisetas e incluso tazas de desayuno con el diseño.
Hoy en día, los mapas de la red de transporte público han perdido protagonismo: ya no son la manera óptima de decidir cómo ir de A a B, pues existen aplicaciones que calculan automáticamente la ruta teniendo en cuenta la frecuencia y horario de los trenes e incluso las incidencias en tiempo real. Pero siguen siendo una manera icónica de representar una ciudad y permitir que nos hagamos una idea de su dimensión y situación. No creo que mi mapa de carreteras sea una alternativa para orientarse en Madrid. Nadie en su sano juicio debería llevarlo en el coche para saber qué ruta tomar a su destino. Pero sí que es una manera de construir nuestro mapa mental y entender cómo están distribuidas las infraestructuras que dan forma y configuran nuestras ciudades. Y creo que ese es quizás el mayor logro del mapa: haber representado, gracias a una receta gráfica con 80 años de antigüedad, lo que teníamos delante y no éramos capaces de ver claramente.
Fernando de Córdoba | DTFmagazine