
«Eres basura. Nadie te quiere. ¿Para qué quieres juntarte con ellos? Te harán daño, como cuando eras pequeño. Tu profesor ya te lo decía: eres un inútil. No vales para nada. Eres basura. Mamá ya te lo advirtió: te romperá el corazón. ¿Qué más da? Eres mejor que ella. Que le jodan, es basura como tú. Pero da igual. Que no te importe. Que no lo sientas. Que no te duela. Escapa. Construye un muro».

Probablemente voces muy parecidas a estas hablaban en la cabeza de Roger Waters en 1979, mientras componía una de las grandes obras maestras de Pink Floyd y de la historia del rock en general: “The Wall”. Un álbum conceptual que trata temas tan complejos como la ansiedad social, la sobreprotección maternal, la sensación de abandono, la educación opresora, la pérdida de identidad personal o el aislamiento. Es posible que alguna vez tú también hayas sufrido pensamientos de este tipo, como tanta gente. El éxito de esta música lo demuestra. Pero ¿cómo se expresan todas esas emociones sobre un escenario?
¿Qué es el muro?

El muro es la incapacidad de comunicarte con las personas, la distancia frente a tus conocidos, la frialdad con tus amigos, el desprecio a tus enemigos, el rencor hacia tus viejas relaciones, el arrepentimiento por tus decisiones y, sobre todo, el miedo a abrirte a los demás. El muro es una barrera que te separa del mundo exterior. Pero ¿cómo se representa eso en un escenario?
A ese problema es al que se enfrentó el arquitecto Mark Fisher cuando diseñó junto a Waters un espectáculo que simbolizara el proceso por el cual una persona, poco a poco, se puede sumergir en ese pozo de soledad. Debía materializarse en un directo de miles de personas, ofreciendo a la vez la sensación de distancia con los músicos y la cercanía con las emociones que se contaban.

La solución fue construir un muro de forma literal, y aprovecharlo para representar el dilema interno de la persona tras él mediante elementos que se surgieran de él. De modo que plantearon un concierto dividido en tres partes: construcción del muro, refugio y derribo. Aislamiento, soledad y reconciliación con uno mismo.
Parte 1: Un ladrillo más en el muro

Durante la primera parte se interpretaban las 13 primeras canciones del disco, que narran cómo Pink —el protagonista de la historia y alter ego de Roger Waters— va sufriendo traumas, fracasos amorosos y conflictos internos hasta que decide cerrarse en sí mismo para huir del dolor. Temas míticos como «Another Brick in the Wall», «Mother» o «Young Lust» se sucedían hasta terminar despidiéndose del mundo en «Goodbye Cruel World». A la par que los músicos tocaban estas canciones, a su alrededor iba construyéndose un muro de 11 metros ladrillo a ladrillo. Los operarios tenían 45 minutos para hacerlo, y mientras tanto aparecían marionetas gigantes que representaban al severo profesor, a la sobreprotectora madre o a su propia libido insatisfecha.
Parte 2: Cómodamente ausente

Tras terminarse el muro comenzaba la introspección y el aislamiento. Los músicos, separados ya del público, tocaban canciones como «Hey You», «Nobody Home» o el gran clásico «Comfortably Numb» mientras en el muro se proyectaban animaciones (que posteriormente se reutilizarían en la película del disco) y actuaban nuevas marionetas gigantes. Además, en momentos puntuales se abrían trampillas en el muro por las cuales asomaba alguno de los músicos en mini-escenarios decorados según la escena.
Parte 3: Culpable de mostrar sentimientos

Finalmente, Pink realiza un examen de conciencia en la canción «The Trial», revisando su pasado y asumiendo la responsabilidad por sus propios errores. Termina decidiendo derribar el muro y volver a abrirse al mundo, a permitirse sentir. Es el clímax de la función, y el muro se viene abajo literalmente, dejando a la vista a los músicos, que se “desnudan” frente al público, despidiéndose con «Outside the Wall».
Imágenes
obtenidas de:
http://vjspain.com/blog/2014/11/17/roger-waters-wall-escenografia/
http://www.theatrecrafts.com/pages/wp-content/uploads/2016/02/Pink-Floyd-LSI-2011-February.pdf
http://www.stufish.com/project/the-wall
Javier Sáinz | VdeVigueta , en colaboración con DTFmagazine