
¿Por qué nos empeñados en tratar a los niños como si fuesen idiotas? La mayoría de nosotros tratamos a los niños como si fuesen tontos, comenzando por la horrorosa voz que ponemos cuando nos dirigimos a ellos, como si así nos fuesen a entender mejor, pero la realidad es que los niños no son ni tan tontos, ni tan dependientes ni tan irresponsables como pensamos.
Pues bien, esto también se ve reflejado en la arquitectura, ¿por qué la mayoría de la arquitectura creada para niños es tan básica? Centrándose únicamente en la utilización de colores vivos e ilustraciones básica y sobre todo, con espacios tan poco interesantes. La arquitectura pensada para los más pequeños debería tomar muchísima más importancia de la que tiene ya que influirá notablemente en su desarrollo, ayudándoles a fomentar su imaginación, su creatividad y su interés, aspectos fundamentales y que en muchas ocasiones están infravalorados.
La arquitectura para niños debe crear espacios interesantes capaces de producir curiosidad, ganas de investigar, de escalar, de jugar con las texturas, de subir, de bajar, de amontonar, de aprender, de disfrutar, de crear espacios donde puedan desarrollar su creatividad, su independencia e incluso un pensamiento crítico y democrático. Nos referimos a la percepción que pueden llegar a tener los pequeños en el espacio construido, la manera en que se sienten dentro de los espacios y fuera de ellos al reconocerlos y la forma en que éstos influyen en sus emociones y sensaciones.
Casa de Fieras es un claro ejemplo de ello, un Club Familiar de 340 m2 situado en la calle Castelló es el proyecto de Irene Salazar y María Gabeiras, psicólogas y madres, un espacio infantil en España que nos recuerda mucho a las escuelas nórdicas. Tonos neutros y suaves, madera, cerámicas, tejidos naturales… Entrar en Casa de Fieras es un poco como hacerlo en un sueño.
Ambas buscaban centros educativos en Madrid para sus hijos, encontraron propuestas interesantes pero no había ninguna que les satisficiera del todo por lo que decidieron poner en marcha un proyecto que incluyera todo lo que soñaban para sus hijos. Así nació Casa de Fieras, cuyo nombre es ya una declaración de intenciones: “Es un espacio donde nuestras ‘fieras’ disfruten, aprendan y crezcan felices mientras desarrollan sus emociones y su creatividad, y donde sus padres y madres puedan realizar actividades con ellos e interactuar con otros progenitores para crear una red de apoyo”, explica Irene.
La Madriguera, como llaman en Casa de Fieras a su centro de cuidado infantil, sigue la filosofía educativa Reggio Emilia, ciudad italiana. En ella, desarrollan su creatividad y emociones en un ambiente natural. “No existe una programación mensual, no se trabaja por objetivos. Todo parte del interés y la inquietud de los niños”. Las aulas son espacios con mucha luz natural donde pequeños de entre 15 meses a 4 años juegan y aprenden en ella a pensar y a decir, además de a expresar y reconocer sus emociones.
En cuanto al diseño, hecho todo en materiales nobles como madera o cerámica lo llevaron a cabo junto al arquitecto Lorenzo Gil, uno de los fundadores del estudio Plantea Arquitectura, que se ha volcado en él cuidando mucho las formas y la belleza. “Esa es nuestra primera manera de mostrar respeto por los niños. Ofreciéndoles un lugar donde todas las materias primas son naturales y donde la estética está muy cuidada. Con ello, el mensaje que les lanzas es: me importa quién eres. De ese modo, ellos aprenden a cuidar el entorno y a disfrutar de su belleza. Nunca he entendido por qué todo tiene que ser de plástico y de colores chillones para los niños, si en casa no es así, ¿por qué aquí iba a ser diferente?”, explica Irene.
La Leonera es otro espacio espectacular y mágico de juegos dentro de Casa Fieras que cuenta con una red en la parte superior. Un espacio que animan sin lugar a dudas a probar, corriendo, descalzo, dando saltos, trepando, deslizando…
Así que pensemos más en los más pequeños ya que como dijo Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, «Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocos de ellos lo recuerdan.» Y sobre todo, dejemos de tratarles como idiotas.
Artículo de Laura Martín Díaz en colaboración con Plantea Arquitectura y Casa de Fieras para Designing the Future magazine.