Nombre del Proyecto: escenas-covid
Nombre de las creadoras: Miriam Bùe y Alicia Berlinches.
E-mail de contacto: escenascovid@gmail.com
Año creación: marzo de 2020
Ubicación: ESPAÑA
Hace exactamente un año que las preguntas respecto a esta nueva situación empezaron a abordarnos hasta conquistar todos los rincones de nuestras calles.
Hace exactamente un año que desde escenas-covid nos planteábamos comprender, analizar e interiorizar estas nuevas situaciones en el entorno inmediato: nos preguntábamos cómo la covid-19 estaba empezando a transformar nuestras espacialidades y la manera de vivir los espacios interiores y exteriores; nos cuestionábamos hasta dónde la privacidad tiene sus límites dentro de los espacios virtuales; inundábamos nuestras pantallas de noticias en busca de respuestas que no hemos conseguido aún; con el objetivo de generar una reflexión que sigue creciendo, floreciendo y sumando situaciones indistintamente, en un lado y otro del globo.
El proyecto nace paralelamente a la pandemia, como un diario en el que se escriben día a día vivencias y pensamientos, probablemente análogo a la perspectiva que muchxs de nosotrxs teníamos al mirar por la ventana en abril de 2020; genuinamente crítico, sin saber que en marzo de 2021 seguiríamos mirando a las calles vacías tras el toque de queda.
La situación pre-confinamiento ya desvelaba de alguna manera que existían muchos aspectos espaciales, urbanísticos, políticos y sociales que debían abordarse transversalmente a otras disciplinas y perspectivas. En cambio, la cuarentena, el pos-confinamiento y el devenir que nos aguarda cada día al salir por la puerta, no han hecho más que resaltar la importancia que tiene entender el espacio como lugar de conflicto entre los diferentes agentes que habitan la urbe, hecho que se disuelve continuamente por el frenético movimiento del engranaje de las grandes ciudades.
escenas-covid avanza a medida que se plantean cuestiones esenciales en el entorno urbano: ¿cómo lidiar con la histeria colectiva en un espacio masificado? ¿qué vamos a hacer con los espacios vacíos que abundan en nuestras ciudades? ¿qué pasará con las grandes torres de oficinas desoladas por el auge del teletrabajo? ¿supondría esto un compendio de direcciones para derrocar las arquitecturas de poder? ¿supone esto abandonar el esqueleto de las ciudades a la intemperie?




Como estudiantes de arquitectura, consideramos que nuestra disciplina es un agente más que participa del devenir de la ciudad, que acompaña en su creación, siendo capaz de conjugar los movimientos sociales y las necesidades espaciales, aceptando el conflicto como parte de la ciudad real en la que residimos. El arquitecto «hacedor» hace tiempo que dejó de construir ciudad para sus ciudadanxs; la desvirtuación de la arquitectura sin firma es un hecho. Por ello, se considera imperativa la revalorización de lo vernáculo, de los espacios que revitalizan los lazos vecinales, dirigir la disciplina a generar espacios que sirvan para mejorar la convivencia y que garanticen una habitabilidad salubre y sostenible: una arquitectura que hable de vida y de bien común.
En nuestras manos reside ser conscientes del poder que tiene la arquitectura a través de la representación del espacio. Entendiendo la representación como el proceso de selección entre lo visible e invisible dentro de las ciudades, como una suerte de ensalzamiento de elementos que pocas veces se entrelazan con la ética y las injusticias espaciales, sirviendo en la mayoría de los casos como instrumentos de control y de representación de poder del capital dentro del territorio. Asimismo, la representación espacial debe comprender la integración tácita del resto de perspectivas en la búsqueda insaciable de una realidad global, condicionada por lo social, lo político y, sobre todo, por lo vital.
El proyecto nace como una semilla de reflexión, en busca de convertirse en planta, para acabar algún día siendo flor y fruto, pero siempre a través de un proceso concienzudo, de debate, y de continuo replanteo.
Cuestionarse es expandirse, y desde @escenascovid. no paramos de hacernos preguntas.