
Mas que historias marginales sobre el habitar, encontramos en esta pequeña gran obra, pequeñas anotaciones al margen que nos hacen fijarnos un poco más en este acto cotidiano que, en tiempo de pandemia-terror del siglo XXI- es tan necesario prestar atención, realizarlo con un poco más de sentido.
Es un volver la mirada al modo de habitar, o de no habitar, o de dejar de habitar de personajes diferentes abarcando distintos estilos, modos y maneras para hacernos participes, aunque sea por cierta similitud con lo que hemos podido vivir cada uno, de esos pequeños detalles, de esas anotaciones al amplio sentido de la palabra habitar.
Puede que al hacer estas descripciones podamos sentir cierta vergüenza al reconocernos en esos interiores, de igual modo que al comienzo del confinamiento de estos meses atrás que nos hicieron terminar mostrando esas partes más íntimas de nuestras casas, de nuestro habitar más personal.
No es una descripción a modo de teoría a aprender. No es un juicio a esas maneras de habitar. Es un modo de mostrarnos a través de descripciones de espacios habitados -o ya deshabitados- de un modo práctico, o realista ya que el uso diario de los mismos los transforma y los hace menos teóricos y más útiles.
Así encontramos retazos de placidez doméstica en Freud que bien podrían ser retratos actuales de cualquiera de nosotros. Tal vez esa normalidad en las descripciones, esa similitud con nuestras familias y vidas diarias, “donde habitar ha significado dejar huella”, puede hacernos tener esa sensación perturbadora, incomoda de reconocernos. “Una intimidad revelada en que el habitante está ausente, pero queda su rastro”. Quizás porque, sin haberlo planeado, nuestros muebles, nuestras habitaciones hablan más de nosotros de lo que nosotros quisiéramos de una manera consciente. Esa evocación de recuerdos que aparecen en las reseñas de estancias ya deshabitadas pueden ser amables recuerdos o duras losas que nos acompañan a lo largo de las páginas de cada capítulo.
Podemos encontrar grandes casas llenas de recuerdos, atestadas de mobiliario, de cortinas, telas, fotografías, de cuadros o pequeñas estancias vacías de estos, pero llenas de recuerdos de aquellos que las habitaron. Podemos familiarizarnos con personajes que prefieren no apegarse a esos sentimientos de pertenencia, – Pessoa, Rilke,…- que prefieren tener lo mínimo que ver con el espacio donde habitan, para no echar de menos nada cuando hayan de abandonar ese espacio. Mejor tener intimidad con el entorno, con la ciudad, con lo que las ventanas – la cabaña modelo de LC-me permiten disfrutar que con el interior que me encarcela y que bien podría ser el sentimiento que muchos padecieron/disfrutaron meses atrás.
O por no saber lidiar con la familia, con la vecindad, con sus recuerdos que lastran su día a día, llegando a ser angustia de vivir y buscando ese aislamiento total, como el que podría llegar a dar una aséptica habitación de hotel. Sin familia, sin vecinos, sin nada que pueda permitir esos recuerdos a los que aferrarse y volcarse en sus trabajos, sus necesidades vitales.
Pasamos de espacios como lugar de trabajo con elementos esenciales a espacios donde se acumulan elementos superfluos que, el día a día nos hace necesitar o creer necesitar, o que nos acompañan y nos aferramos a ellos como nuevos compañeros de un viaje que no nos permite salir de ese espacio encerrado entre cuatro paredes.

Las explicaciones que se nos indican pueden pasar por amplias casas llenas de estancias de varios pisos, a pequeñas cabañas llenas de emociones escondidas por los rincones, llenas de sensaciones que reflejan las diferentes personalidades de los dueños – o no dueños- de las mismas.
Más de una docena de personajes variopintos y diferentes; de los citados Freud, Pessoa, Le Corbusier a Heidegger, Soane, Proust, Kafka, Breton…todos son ¿definidos?, reflejados y relacionados con su modo de habitar encontrando similitudes y diferencias que los hace más cercanos si cabe al lector que intenta adentrarse a estos rincones y modos de habitar que el autor nos describe en pequeñas dosis. Es ese entrar sin permiso, definido así por él, a estas diferentes estancias.
Tal vez nos haga reflexionar demasiado al vernos reflejados en las viviendas de otros personajes que nos anteceden y que ponen a la luz necesidades y experiencias que nos son familiares, que nos exponen a nosotros mismos sin quererlo. Ruidos vecinales, olores de guisos que se nos escapan de nuestras/sus cocinas por los patios interiores, gritos de peleas, enfados familiares que suponemos encerrados entre las paredes de nuestras propiedades, parecen salir a la luz con las descripciones que aquí nos encontramos reflejadas en las vidas de otros.
Somos meros espectadores de sus vidas y a la vez es como un reflejo de lo que hemos acumulado y vivido en estos meses donde la vivienda, donde el hecho de habitar se ha hecho importante en nuestras vidas. Donde se nos ha hecho, se nos ha forzado a pensarlo, a repensarlo de nuevo. A hacerlo nuestro. A sentirlo.
“Unos interiores que al ser revelados se convierten en alusiones un tanto inquietantes a los movimientos cotidianos de alguien ausente.” O de un lector presente que se reconoce en ellos. Que, tras meses de pasar por sus estancias como habitaciones de hotel, casi sin reconocerse en ellas, ha tenido que convivir diariamente con sus muebles, con sus adornos -servibles o inservibles- acumulados de experiencias de atrás.
Espectadores atentos de territorios personales que, en el recuerdo nos queda al terminar de leer estas hojas; usuarios de otros que nos harán despertar en ciertos momentos al revivirlos en nuestras propias carnes, en nuestras propias casas, hogares; como cuando uno se desierta por la noche y es consciente por un momento de lo que ha soñado, ha vivido…harán que siempre nos quede esa pregunta que el propio autor se hace al final del libro: ¿Qué es apropiarse de un sitio?
Libro distinto. Cercano y distante a la vez. Desconocido y familiar a partes iguales. Marginal -como indica el titulo- y a la vez lleno de anotaciones al margen que te muestran la cercanía que relata, de sensaciones intimas que revela.
Javier Álvarez Atares | Designing the Future en colaboración con Ediciones Asimétricas