Arquitectura y fotografía
Para comenzar esta nueva sección que inauguramos hoy de Fotografía y postproducción me gustaría hacer una reflexión sobre la relación entre arquitectura y fotografía. El estudio tanto de la arquitectura contemporánea como de épocas anteriores pasa inevitablemente por el análisis de las imágenes que existen del edificio en cuestión, no solo de sus plantas, alzados y/o secciones. Esto se debe a que la fotografía nos permite conocer espacios que físicamente no podemos visitar.

Desde sus inicios, cuando Joseph Nicéphore realiza la primera fotografía desde una ventana en el año 1826 tras ocho horas de exposición, lo que explica que en la imagen aparezcan iluminadas fachadas opuestas, la arquitectura (dado su carácter estático) comienza a ser retratada con este nuevo invento que parte con la ventaja de ser relativamente más objetivo que la pintura. Los largos tiempos de exposición necesarios para que se formaran las imágenes retrataban a los edificios vacíos de vida. Las primeras máquinas fotográficas eran muy aparatosas y pesadas, por lo que se seleccionaban cuidadosamente los lugares que se iban a retratar. Aun no se tenía en cuenta la posible voluntad artística que podía tener la fotografía, limitándose a utilizarla como una mera herramienta capaz de retratar los principales edificios de las ciudades.

Podríamos considerar que la primera fotografía con intenciones artísticas es “A Sea of Steps”, realizada por Frederik H. Evans en la Catedral Wells en 1903, donde consigue transmitir la atmósfera de la catedral, juega con los escalones irregulares para conseguir una sensación de profundidad y enmarca un arco, que alberga un segundo que contiene a su vez un tercero. En este momento, el fotógrafo deja de pensar en el cliente y realiza su trabajo dando más importancia al propio gusto de fotografiar.

Si bien es cierto que la fotografía experimentó otros muchos campos conforme las máquinas fotográficas iban necesitando menos tiempo de exposición, la arquitectura y la fotografía estrecharon más sus lazos, empleándose ésta como arma del propio proyecto. Un ejemplo de ello es la foto collage que emplea Mies van der Rohe para un proyecto conceptual de un centro de congresos en Chicago, el Convention Hall, en el año 1953. No era la primera vez que Mies empleaba este método para representar la idea de un nuevo proyecto. Ya en 1942 había realizado otro montaje para otro proyecto conceptual: una sala de conciertos.

A partir de los años 40, muchos arquitectos vieron a los fotógrafos como grandes aliados capaces de dar a conocer sus obras en todo el mundo. Aquí nacieron grandes uniones como la de Richard Neutra con Julius Shulman. Sus fotografías fueron capaces de influir enormemente en la arquitectura. La que quizás sea su imagen más conocida, la realizada de la vivienda de Pierre Koenig en Hollywood Hills en el año 1960, fue capaz de transmitir los ideales de una sociedad americana que buscaba un estado de bienestar. Lo cierto es que esta fotografía, de la que podríamos hablar muchísimo, se ha convertido en un hito, lo que la convierte en un ejemplo perfecto para demostrar la importancia que puede llegar a cobrar una obra por el trabajo fotográfico que se lleva a cabo en dicha construcción.

Hoy en día, los fotógrafos toman posturas diferentes (algunas incluso enfrentadas) para interpretar la arquitectura. Su importancia es evidente, dada la cantidad de revistas y demás tipo de publicaciones que existen donde se publican los nuevos proyectos que se construyen en todo el mundo. No hay obra que se finalice que no visite un fotógrafo al que el mismo arquitecto ha llamado para controlar la imagen que transmite el edificio. La actualidad es una realidad muy compleja en la que, como hemos señalado, existen diferentes visiones que analizaremos en una futura entrada en este blog. Como ejemplo podemos citar las fotografías de Jesús Granada, en las que cobra especial importancia la vida y el contexto de las obras en las que trabaja.
Pablo Ortiz Salado
Arquitecto y Colaborador DTF
pabloDTFmagazine@gmail.com