
Empezamos por el trabajo en las viñas y continuamos por el trabajo con la madera como material de construcción para volver otra vez a terrenos rurales, pero esta vez con una perspectiva muy diferente. De una forma que afecta, como nos comenta Nuria Moliner, a la población que vive en el 70% del territorio: la España vacía.
Para entender qué es la España vacía, Sergio del Molino, periodista y escritor, nos explica cual es el origen de esta situación. Aunque podamos pensar que es un problema muy actual, la despoblación de los territorios rurales en favor de las zonas costeras y las grandes ciudades viene ocurriendo desde hace muchísimos años.
Estas zonas se quedaron sin Revolución Industrial, sin Modernidad, sin “sufrir” las nuevas tendencias urbanizadoras del siglo XX… A su vez, los terrenos áridos han ido tomando un matiz de desolación, falta de trabajo y oportunidades, lo cual no ha ayudado en la mayoría del territorio del país. Políticamente, incluso estas zonas son áreas donde el acceso a los servicios se pospone, ya que, al haber menos población, dotarles de recursos e infraestructuras se hace relativamente más caro.
Este problema ya se intentó solucionar en los años 50 y 60. Años en los que se crearon 300 pueblos llamados poblados de colonización con el fin de recuperar y modernizar el terreno agrícola devastado por la Guerra Civil. Uno de estos pueblos es Vegaviana, en Cáceres.

Al más puro estilo romano, Fernández del amo diseña el pueblo en base a dos vías principales y perpendiculares que dividen al pueblo en cuatro super islas y acogen los edificios públicos. Como nos explicar Esther Agujeta, doctora en Historia del Arte, estas islas, a su vez se centran en plazas de espacios abiertos que conservan parte del paisaje original.
En cuanto a la arquitectura, esta mantiene un estilo sencillo y poco ornamentado. Utiliza materiales del entorno como puede ser la mampostería de pizarra encalada que, si bien mantiene la sencillez en envolventes, ofrece un juego de claroscuros ante la proyección de la luz del día.
Es cierto que la intención primera era buena, pero ahora el pueblo ha cambiado y el éxodo rural a las ciudades ha llevado a que estos poblados de colonización no sean lo que fueron antaño. Así nos cuenta Antonio Piñas, uno de sus colonos que el no tener relevo generacional hace que el pueblo tenga cada vez menos actividades lúdicas.
Y es que el caso del poblado de Antonio no es el único, algo parecido pasa en Añón de Moncayo en Zaragoza como nos explica Abel Cascán, vecino del pueblo. El éxodo de la gente joven a la ciudades provoca que estos pueblos cada vez tengan menos gente que trabaje en ellos y de ahí viene derivada la crisis en el sector agrícola. Si bien esto nos afecta, otro de los problemas que han sufrido estos pueblos es la burbuja inmobiliaria y sus efectos. Dejando esqueletos de urbanizaciones que quedan construidas pero vacías, al ser un entorno poco flexible y que no consigue llegar a adaptarse.

Esta falta de adaptación nos la muestra Markel Redondo en su trabajo fotográfico Sand Castles. Las imágenes son el documento de lo que ha ocurrido con estos paisajes construidos sin control y sin apenas planificación urbanística.
Para cerrar el capítulo y que no se nos quede un sabor tan amargo podemos ver dos ejemplos de lo que si está bien hecho. Y bien construido. Y que se espera que revitalicen estas zonas más despobladas de España en favor de curarnos de este problema que nosotros mismos hemos causado.


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Fotografías: Roland Halbe. José María Sánchez García.
Ángel Granda Pérez | DTF magazine