
La eficiencia energética ha sido un término muy empleado en las últimas décadas, no es de extrañar, debido a que el desarrollo social y económico que ha tenido lugar a nivel mundial ha traído consigo un aumento del consumo de los recursos naturales, la generación de residuos y emisiones de gases de efecto invernadero.Teniendo en cuenta que el sector de la edificación supone un 40% del consumo total de la energía en la Unión Europea (Directiva 2010/31/UE) y que sigue aumentando, gran parte de los esfuerzos por reducir este consumo deben ir dirigidos a los edificios.
Durante la vida útil de los edificios, se le atribuye el mayor gasto energético a la calefacción, llegando a representar un 65% del consumo total. (ERESEE 2017). Por este motivo, las acciones deben centrarse en reducir la demanda energética en este sentido. Existen diferentes formas de mejorar la eficiencia de un edificio, por un lado, reducir su consumo mediante medidas pasivas y por otro, incluyendo un sistema de apoyo de generación energética.
Ambas opciones deben combinarse para un mejor resultado, y en su diseño van a tener un papel muy importante aspectos como la situación del edificio, la ventilación natural, el estudio del soleamiento, la forma de la envolvente, su orientación, la disposición de los huecos, el sistema constructivo empleado, los materiales y el color. Un ejemplo de sistema pasivo muy empleado son las celosías y pérgolas que tamizan la luz solar. Estas pueden reducir la incidencia solar en verano y dejarla pasar en invierno.

En cuanto a sistemas de apoyo están siendo muy utilizados los paneles solares fotovoltaicos que tienen un efecto fotoeléctrico y de captación de calor para el apoyo a la producción de agua caliente sanitaria y la calefacción.
Si quieres saber más sobre estos sistemas de ahorro energético y como emplearlos en tu proyecto, puedes encontrar más información y un ejemplo de aplicación a un PFC en el próximo número de DTF.